Compartimos con ustedes este gran decálogo, que conforme van pasando los años adquiere cada vez más vigencia para nosotros.
1. Los placeres humanos se agotan más o menos rápidamente, el del numismático es una espléndida excepción a esta regla.
2. Los placeres son más intensos cuanto más esfuerzo cuesta alcanzarlos y más largo es el camino que conduce a ellos.
3. Los deseos deben ser proporcionales a la fuerza de uno. Aquellos que desean demasiado no disfrutan ni siquiera de lo poco que se les da para lograr.
4. La paciencia es una de las habilidades indispensables del numismático. Aquellos que no son pacientes deben renunciar a la numismática.
5. Entre las diversas colecciones, la de las monedas es la más sólida, la que menos se deteriora, la que adquiere más valor con el tiempo.
6. Si puede hacer menos que una moneda de lujo, es esencial tener todos los libros que traten o ilustren las monedas que desea comprar.
7. No se debe calcular que los hijos tengan que continuar con su colección. Es demasiado difícil para el hijo tener las inclinaciones del padre. No hay un caso entre cien de un poeta que sea hijo de un poeta, de un numismático que sea hijo de un numismático.
8. Las colecciones privadas están irrevocablemente destinadas a la dispersión y las monedas, después de haber vagado durante siglos en tal o cual colección, no encuentran paz sino en las públicas.
9. No hay colección completa en el mundo, ni privada ni pública, y no hay colección pequeña que no contenga alguna pieza deseada por los más famosos.
10. Como no existe una colección completa en el mundo, siempre habrá algunos vacíos que llenar y esto es precisamente lo que forma la duración y continuidad del placer para el numismático.
Extraído del "Decálogo de la numismática" de Memmo Cagiati citado por Mario Traina en su libro "Invertir en monedas", Milán 1976, p. 50.